Obra del arquitecto extremeño Justo García Rubio. Es un edificio donde se han unido la ingeniería y el diseño artístico, para concebir una “cinta de hormigón blanco” que se pliega sobre sí misma y genera dos espacios nítidamente diferenciados. Una escultura funcional que de un lado es un andén cubierto para el autobús y los viajes que lo esperan; y de otro, un espacio que aloja una breve sala de espera y una cafetería.
El proyecto recibió el Premio Extremadura a la Creación en 2003, de la Junta de Extremadura. Concluida en 2004 esta genial obra de ingeniería costó 360.000 euros y se convirtió en un símbolo de progreso de la arquitectura rural extremeña y española.
El edificio fue bautizado popularmente como la ‘patata frita’ y habla el idioma de la arquitectura más arriesgada. Casar de Cáceres, pueblo famoso por su queso, lo es también ahora por un edificio de vanguardia: la nueva estación de autobuses, de Justo García.